Prometeo es un dios de los llamados titanes y perteneciente
a la primera generación del Pantheón griego. Prometeo es el que piensa antes,
el que prevé, el que se anticipa a la acción. En pocas palabras, es un dios
prudente.
De acuerdo al mito[1],
Prometeo poseía todo tipo de conocimiento práctico y de saber artístico. Además
era el único que rivalizaba con el rey de los dioses olímpicos, Zeus, en cuanto a prudencia, astucia y racionalidad
práctica.
Por el profundo amor que sentía por la raza humana
y ante la situación de desamparo y deficiencia física en la que ésta se
encontraba respecto del resto de seres vivos, resutado de la cólera y la
envidia de Zeus todopoderoso, Pometeo les obsequió a los seres humanos todos
sus conocimientos y otros dones que había robado a los dioses Hefestos y
Atenea…objetos sumamente valiosos y trascendentes: el fuego y la técnica.
Como resultado de este robo y otros agravios[2],
Zeus decidió castigar de forma ejemplar a este dios-titán rebelde. Lo encadenó
a una roca en las montañas del Cáucaso y todos los días un ave gigante le
devoraba las entrañas, mismas que por las noches se regeneraban. La pena fue
eterna. Posteriormente, Zeus perdona a Prometeo, le encarga a su hijo Heracles
que lo desencadene y lo lleve de nuevo al Olimpo.
Prometeo simboliza la rebeldía contra la tiranía
(“odio a todos los dioses” dice Prometeo en la comedia Las aves de Aristófanes).
También representa el sacrifico a favor de la raza humana, una raza débil. Él
es el redentor y adalid de la
civilización humana desamparada y castigada por los envidiosos dioses. Prometeo
también representa el progreso material de la civilización humana. Un progreso que
deriva esencialmente de la técnica.
Karl Marx en la última frase del prólogo de su
disertación señala: “Prometeo es el santo y el mártir más sublime del
calendario filosófico”.
Referencias
Aristófanes Las aves, varias ediciones.
Esquilo. Prometeo encadenado, varias
ediciones.
García Gual, Carlos. (2009). Prometeo. Mito y literatura,
FCE, España.
Hesiodo. Teogonía y Los trabajos y los días,
varias ediciones.
Platón. Protágoras, varias ediciones.
[1] El mito de Prometeo se encuentra en algunas de las obras de cuatro
autores clásicos principalmente: En la del poeta épico Hesíodo, en la del poeta
trágico Esquilo, en la del filósofo Platón y en la del comediógrafo
Aristófanes. En Hesíodo tenemos dos relatos que dan cuenta del mito prometeico.
El primero se halla en los fragmentos 507-616 de la Teogonía y el segundo en
42-105 del poema Los trabajos y los días; De Esquilo se conserva su tragedia
“El Prometeo encadenado”; por su parte Platón nos recuerda al dios-titán
rebelde en su diálogo “El Protágoras” en los pasajes 320c-323a ; también el comediógrafo
crítico Aristófanes tiene presente el
simbolismo del mito del titán astuto, y aunque de forma somera aparece en su
obra “Las Aves” 1494-1552, no deja de ser sugerente y provocadora su aparición.
Para una exposición detallada,
crítica y pletórica respecto al mito de Prometeo debe revisarse el inigualable
estudio del maestro español Carlos García Gual: Prometeo: mito y literatura
editado por el Fondo de Cultura Económica. En el hallarán todos los pasajes
conservados de los autores griegos clásicos que rememoran el mito de Prometeo. También hay una
selección de fragmentos de autores modernos que recuperan este mito de forma
revitalizante. En esta obra se da una excelente interpretación y comentario del
mito de Prometeo; así como no se olvidan todas sus implicaciones simbólicas. Es
resumidas cuentas es un estudio
introductorio e imprescindible para aquellos que quieran conocer la
importancia y la carga simbólica de este esperanzador mito.
[2] Se dice que Zeus estaba
celoso ante el progreso humano y quiso acabar con todos los hombres. Prometeo
se interpuso en su defensa. Después se
hizo un sacrificio en el monte Sición y hubo una discusión acerca de las partes
de la víctima que tocaban a los dioses y
las que correspondían a los hombres. Para resolver la controversia fue
convocado Prometeo. Éste hizo dos bolsas de cuero y puso en dos partes los
restos de la víctima. En una colocó la carne y las pingues vísceras
ocultándolas en el vientre del buey; en otra
puso los huesos cubiertos por una capa de “rutilante grasa”. Le llevó la
bolsa a Zeus para que éste escogiera. Zeus, que sabía del engaño, eligió la
bolsa que estaba cubierta con grasa pero
que en realidad escondía puros hueso. Zeus molesto por el engaño, del cual tuvo
conocimiento desde el principio, condenó a la humanidad a que comieran cruda la
carne privándolos del fuego. Desde entonces los hombres queman la grasa y los
huesos en sacrificio a los dioses en los altares. Prometeo volvió a desafiar la
autoridad total de Zeus, robando el fuego divino transportándolo en el hueco de
un tallo de hinojo. Cuando Zeus se entera de esta nueva afrenta, ordena a
Hefesto que modele con fuego y tierra a una doncella y a Atenea que la vista y
le dé feminidad y astucia, y que sería parte de la venganza de Zeus hacia los
hombres, la primera mujer: Pandora (el regalo de todos los dioses, Pan todo,
Douros: regalo).
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